Derecho de la empresa I

jueves, enero 11, 2007

Sesion 2: Miercoles 10 de enero

Para esta clase, deberán estudiar qué se entiende por privatización así como los elementos que le conforman y las finalidades que se busca con ella.

A continuación les deje un artículo que aparece hoy en Reforma:

Jorge G. Castañeda
La tercera cadena como paradigma


Las versiones insistentes sobre la decisión de Isaac Saba de desistir en formar una tercera cadena nacional abierta de TV, asociado con Telemundo/NBC/GE -"me bajo del ring", dicen que dijo- junto con la visita a México esta semana del presidente del consejo y director ejecutivo de GE, Jeffrey Immelt, sucesor del legendario Jack Welch, justifica plenamente una breve reflexión sobre la lucha antimonopólica en México. Como expusimos hace casi dos meses en la larga serie de artículos en Reforma, mucha gente piensa, por diversas razones, que el gran obstáculo al crecimiento económico de México reside en la perpetuación del corporativismo mexicano creado en los años treinta. La presencia hegemónica de monopolios públicos y privados, económicos y sindicales, políticos, mediáticos e intelectuales es el último rezago pero no el menos importante del viejo sistema. No hay un ámbito que sea más importante que otro: competencia en la generación de la energía eléctrica, o explotación de gas seco, o lograr la desintegración de Telmex, o importación de cemento, o crear una tercera cadena, o fomentar el surgimiento de varios sindicatos en el sistema educativo nacional: ninguno de todos estos temas es más importante que otro. Cada uno es decisivo y difícilmente sustituible.

Hay razones de diversa índole para estar a favor de por lo menos una tercera cadena televisiva. La primera es sólo de competencia: todos sabemos que las dos cadenas actuales tienen un poder enorme sobre la vida nacional y la vida cotidiana de los mexicanos. No existe manera de regular ese poder más que a través de la competencia. La estatización o la hiper-regulación suelen no resolver el problema. Otros países han transitado de una situación monopólica pública o privada hacia un escenario de mayor competencia, donde existen algunas cadenas más fuertes que otras. Estados Unidos pasó de la era de predominio de las tres grandes (CBS, NBC, ABC) a una donde compiten con CNN, Fox y Univisión por un mercado siempre creciente. En Francia hace muchos años, como en Inglaterra, se desintegró el monopolio estatal de la ORTF para crear cadenas independientes, originalmente todas públicas y después también privadas. En Brasil el monopolio antes aplastante de TV Globo ha sido sometido a la competencia de las televisoras locales. En México debe suceder lo mismo, independientemente de que eso impacte a las cadenas existentes en sus intentos de conquistar públicos fuera de México. Esos intentos son meritorios y deben tener el apoyo del Estado mexicano, pero no a expensas del televidente mexicano ni del sistema político estrechamente vinculado, como todo, a los medios, ni a expensas de un enfoque antimonopólico estricto. La competencia que existe en otros países debe también imperar en México y las empresas mexicanas deben competir fuera de México sin protección adentro y probablemente lo harán mejor entre más compitan adentro.

Sin embargo, la competencia, por lo menos una tercera cadena, no puede darse por obra y gracia del Espíritu Santo. Se requieren enormes recursos para poder competir con Televisa y Azteca; esos recursos son sin duda financieros, pero también humanos, de contenidos, de tecnología y de experiencia. De ahí que no la pueda fundar un grupo mexicano sólo por tener fondos muy cuantiosos, sin asociarse con alguna televisora extranjera -americana, brasileña, española, etcétera. Por ello la condición para que surja la tercera cadena consiste en la posibilidad real de dicha asociación, y esa asociación depende del interés que tenga alguna empresa extranjera de invertir en México de acuerdo con la legislación vigente.

Aquí es donde las cosas se complican. Según las versiones recogidas en Nueva York hace algunos meses, el verdadero interés de GE y NBC por entrar al mercado mexicano... no es el mercado mexicano. Ese mercado, como bien lo dicen Televisa y Azteca, puede estar saturado y sus perspectivas de crecimiento son limitadas. El mercado que sí está creciendo es el mercado mexicano en Estados Unidos, pero ha resultado hasta ahora imposible arrebatarle público nuevo o viejo a Univisión que domina todos los mercados regionales en aquel país, aunque en algunos Telemundo compite marginalmente. Por lo que NBC/Telemundo/GE concluyeron que la única manera de conquistar audiencia hispana era pasando por México: creando lealtad desde México antes de que el mexicano de Michoacán se vuelva mexicano de Michigan. Sólo así, dicen sus estudios de mercado, es posible restarle público antiguo a Univisión y conquistar al que va llegando.

Por eso a Telemundo y NBC no les interesa una cadena de cable o una abierta local, les interesan los segmentos D/E que están muy dispersos por todo el país y no sólo en centros urbanos grandes. La opción de una tercera cadena en cable (canal 28 de Olegario Vázquez) o de un conjunto de estaciones locales (tesis de Luis Téllez) parece poco viable para ellos, a menos que lo que se quiera es evitar, en los hechos, una tercera cadena nacional y abierta.

Para México, para su democracia, educación y futuro, resulta inverosímil un esfuerzo antimonopólico que no abra el duopolio televisivo. No es contra Azteca o Televisa, es a favor de la competencia, no es a favor de Isaac Saba o de la NBC, es a favor de la libertad en México. No es en detrimento de la competitividad de los "National Champions" en el extranjero, es a favor de la diversidad interna. La lucha antimonopolio no es sólo en la TV, como lo hemos dicho, pero es un caso que cuenta. Ya veremos si además de contar, prosperó: ojalá el nuevo socio mexicano, ya semblanteado, no se baje del ring.